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Literatura para psicólogos (I) – Morfina de Mijaíl Bulgákov

Vaya por delante que no soy experto en Literatura y que no pretendo decir a nadie qué tiene que leer. El sentido de escribir esto es que, de un tiempo a esta parte, vengo dándome cuenta que hay libros que, tras leerlos, me han aportado algo que, en cierto sentido, amplia mi forma de ver las cosas proporcionándome cierta ayuda en mi desempeño profesional. Es en este sentido que quiero compartir estas lecturas por si alguien más las encuentra estimulantes y, ya de paso, dejar la puerta abierta a un debate en el cual poder profundizar en este tema.

He elegido empezar con esta antología de relatos de Mijaíl Bulgákov por la sencilla razón de ser el último ejemplo de esta categoría que he leído. Sin entrar en el terreno de la crítica literaria, que excede a todas luces mis posibilidades y cualificación, sí que puedo avanzar que se trata de una lectura dinámica, de esos libros que casi se leen solos. Al principio, el patrón de médico joven que duda de sus capacidades pero luego resuelve la situación de una forma brillante suena un poco repetitivo. Sin embargo, es este, a mi modo de verlo, el primer gran acierto del libro y que me hace recomendarlo a otros psicólogos.

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Portada de la edición del libro en Compactos de la editorial Anagrama. Ya sólo con saber que está en esta colección alguno se sentirá interesado.

El modo en que el autor refleja sus dudas e incertidumbres ante la posibilidad de encontrarse con una persona cuyo problema exceda sus capacidades, así como su lucha con el peso de la responsabilidad me han hecho sentirme muy identificado con el protagonista. Cierto que ya hace tiempo que no soy un «novato» y, sin embargo, aún me queda la comezón ante cada nueva entrevista, ¿por donde irán las cosas esta vez?. ¿sabré ver con claridad?. Por supuesto, la experiencia ayuda y, como bien advierte Bulgákov, nunca hay que dejar de leer y seguir estudiando, pero entiendo que ese pequeño pellizco de inseguridad es sano y no es bueno perderlo. Al menos en mi caso me ayuda a ser cuidadoso en la evaluación y a no dar nada por supuesto hasta que la evidencia no es clara. Delimitar mal un problema se convierte en parte del problema, hacer un análisis fino es el principio de la solución.

Una vez establecida esta estructura canónica en los primeros relatos, el autor pasa a romper con ella, conditio sine qua non para que el resto de la lectura resulte interesante, y narra tres fracasos reseñables y dignos de tomar en consideración. El fracaso ante lo inevitable, el fracaso ante la ignorancia y el fracaso por ignorancia.

Respecto al fracaso ante lo inevitable resulta de gran interés el miedo y la frustración que abocan al personaje a tomar un camino de huida absurdo que casi le cuesta muy caro. La lucha contra la ignorancia del médico que protagoniza los relatos, trasunto literario del propio autor, es una constante que nos puede resultar de especial utilidad como psicólogos cuando nos enfrentamos a situaciones en los que la queja, la demanda, y el auténtico problema no coinciden, sin embargo la persona oye sin escuchar cuanto queramos decirle al respecto. Finalmente, el dramático fracaso por la propia ignorancia, que en la ficción no tiene consecuencias negativas, es el que más alerta debe ponernos. Estudiar, evaluar y, en caso de duda, consultar a un compañero o, directamente, derivar. La lectura de estos relatos puede resultar enriquecedora, cada uno a su particular manera.

El punto álgido de la antología, el relato más largo y que le da título al total, nos lleva a la propia experiencia del autor y su adicción a la morfina. No es la única narración que se puede encontrar sobre adicciones en la literatura, ni de lejos. Sin salir de Rusia, Dostoievski, en su magnífico, «El jugador» habla de la ludopatía. En el otro mundo, William Bourroughs, en «El almuerzo desnudo», hace un retrato vívido de la realidad demencial en la que vive el adicto a la heroína. La lista podría continuar y seguro que alguien puede sugerir más obras. ¿Qué hace especial este «Morfina» de Bulgákov? No sabría decirlo, quizá el estar escrito por un médico y narrar la lucha sin cuartel contra el proceso, con sus treguas, sus pequeños éxitos y sus grandes derrotas, la vergüenza, la reafirmación… Una ventana abierta a la mente del adicto, un apoyo para comprender sus vivencias.

Y hasta aquí las impresiones que me ha causado la antología y porqué la recomiendo a otros compañeros y compañeras. ¿Alguna sugerencia u opinión al respecto?

Gracias por su atención.